Igual al Deportivo por ahora le llega con guardarse atrás, pero lo previsible es que empiece a precisar otro tipo de soluciones, que los flancos aporten más precisión y salida o que la relación con la pelota de centrocampistas como Borges sea algo más relevante cuando hay que construir juego y no se refugie tanto en el pase de seguridad. Con todo, el costarricense tiene desdoblamiento y llegada. Un par de esas rupturas desataron corsés y exigieron a Rulli sin mayores sustos. No estaban en la meta los déficits de la Real, que apenas encontró a Prieto y no dispuso de la aportación de Bruma, que no tocó bola, para tejer el ataque. Algo más le dio Jonathas, pundonoroso y participativo, siempre atado en corto por el rival. Y por encima de todos Vela, que prendía la luz cuando caía unos metros a posiciones más centradas y le llegaba la pelota al pie. Nada sobrado de chispa, pero sí de fútbol.
El partido evolucionó en su irrelevancia y Víctor llamó al 4-4-2 con Oriol Riera en el campo, una invitación a ser más directos que acabó por darle aliento a la Real porque el Deportivo perdió el leve hilo con el que sujetaba sus ideas ofensivas. Pudo marcar Vela con un truco de magia al recoger un saque de banda en el corazón del área, pero a los donostiarras no les sobraba nada y tampoco recibieron excesivo aliento desde el banco porque Moyes no lo movió hasta que restaban cinco minutos. Así murió el partido, sin chicha ni emoción.